Alemania, Francia e Italia ponen en jaque el impuesto mínimo global del 15% tras negarse a aplicarlo a las compañías norteamericanas asentadas en su territorio. Los países del G7 (EEUU, Canadá, Japón, Reino Unido, Francia, Alemania e Italia) acordaron la semana pasada no gravar a las firmas estadounidenses con este tributo como gesto de acercamiento, después de que el Congreso retirara de la Ley de Presupuestos de Donald Trump la medida para imponer una retención a los rendimientos que generen las empresas extranjeras en EEUU.
La decisión del G7 tambalea este impuesto a nivel europeo, ya que la UE aprobó una Directiva en 2022 que obligaba a los países miembro a crear y aplicar este tributo a partir de diciembre de 2023. En España, se aprobó en diciembre y se liquidará por primera vez en 2026, a cargo de los beneficios de 2024.
Un total de 138 países de la OCDE impulsaron el impuesto del 15% para unificar la fiscalidad de los distintos países y evitar que las grandes multinacionales (aquellas con una facturación superior a 750 millones de euros al año) trasladasen sus beneficios a territorios más laxos fiscalmente. EEUU, bajo el gobierno de Joe Biden, apoyó inicialmente la medida, pero Donald Trump ha rechazado rotundamente su aplicación. De hecho, considera un ataque que los países quieran gravar con este 15% a sus filiales que tributen por debajo de este umbral. Con este panorama, la UE estudia la continuidad del impuesto.
Eugenio García, socio del área fiscal de BDO Abogados, explica que la decisión de Alemania, Francia e Italia de no gravar a las compañías norteamericanas en su territorio, pero sí al resto, es decir, a las europeas, asiáticas o latinoamericanas, en lo que respecta a Europa, se traduce en una pérdida de competitividad de su multinacionales frente a las de EEUU.
«Si las compañías europeas tienen una mayor carga administrativa (por la gestión del gravamen), eso son costes que reducen el beneficio, además tienen que pagar un impuesto que las americanas que no van a pagar, lo que también reduce su beneficio y les da menos posibilidad de invertir y de hacer negocio. Claramente hay una pérdida de competitividad de las empresas europeas frente a las americanas», indica el experto.
Incertidumbre en Europa
De momento, el impuesto mínimo del 15% sigue vigente en Europa y los países deben aplicarlo, sin embargo la UE ya estudia si seguir adelante con el mismo tras la decisión de estos tres países. El miércoles de la semana pasada hubo una comisión de trabajo al respecto en el Parlamento Europeo en el que tachaban de deslealtad la salida de Alemania, Francia e Italia y se planteaban qué hacer con el impuesto.
Algunas voces de catedráticos, políticos y asesores planteaban la posibilidad de suprimirlo a cambio de un nuevo tributo que grave los servicios digitales (algo que España ya tiene con la tasa Google), aunque la duda estaba en si hacerlo comunitario o estatal y en si las empresas norteamericanas dejarían de venir. La Comisión Europea se reunirá próximamente para tratar el asunto.
Eugenio García señala que las empresas españolas se han gastado «auténticas millonadas» en la implementación del sistema para obtener información de lo que pagan todas sus filiales y reportar la información a la Agencia Tributaria, para una recaudación que va a ser mínima. «¿Qué sentido tiene incurrir en una carga administrativa absolutamente desmesurada para no recaudar o generar ingresos para los países de la UE?», cuestiona.
Fuente: El Economista